Los casos de trastornos alimenticios, ansiedad o depresión se han disparado durante la crisis sanitaria
La pandemia ha provocado una brecha en la salud mental de los menores, sobre todo entre los adolescentes, al incrementarse en un 50% las urgencias pediátricas por problemas psicológicos y multiplicarse por dos los casos de anorexia, según indica la Asociación Española de Pediatría (AEP). Además, el mismo grupo de expertos afirma que se ha producido un repunte de las conductas suicidas. Unos datos alarmantes que evidencian que las consecuencias adversas en los jóvenes pueden ser más intensas y prolongadas.
El impacto psicológico no está afectando por igual a todos los adolescentes, sino que depende de varios factores como la edad, situación educativa, existencia de discapacidades, antecedentes de trastornos mentales, nivel social, posibles enfermedades de los padres –incluida la Covid-19– y grado de estructuración familiar.
Las manifestaciones psicológicas más frecuentes, según el estudio ‘Una mirada a la salud mental de los adolescentes. Claves para comprenderlos y acompañarlos’, son la ansiedad, depresión y trastornos afectivos, psicosis, anorexia y bulimia, autismo y trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), entre otros.
Los datos de la AEP alertan de que se ha producido un incremento del doble en los trastornos de conductas alimentarias en adolescentes, sobre todo en chicas. Las adolescentes deciden dejar de comer por aburrimiento, falta de estímulos o por un reto y, según advierte la presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil (SPI), Azucena Díez, son cuadros de anorexia "mucho más graves", ya que si antes de la pandemia con estas conductas las menores perdían alrededor de entre un 10% y 15% de su peso, ahora se estima que están bajando entre un 30% y 35% de su peso habitual. Cuadros “muy severos” que pueden poner la vida de las adolescentes en peligro.
Los especialistas también han identificado un aumento de las autolesiones no suicidas, como cortes y arañazos, entre otros, que, según Díez, "no siempre se relacionan con una patología concreta", sino que surgen como forma de expresar el malestar. Una serie de conductas que podrían seguir acrecentándose si no se actúa a tiempo.
La prevención, clave para la salud mental de los jóvenes
La Organización Mundial del Salud (OMS) estima que entre un 10% y un 20% de los adolescentes experimenta algún tipo de trastorno mental, y que la mitad de ellos se manifiesta antes de los 14 años. Estas cifras evidencian la importancia de la prevención para reducir la prevalencia de trastornos psicológicos y de comportamiento entre los menores, además de llevar a cabo una intervención temprana que evite la evolución de este tipo de síntomas.
Y esa es la idea en la que países como Australia, pionero en la materia desde el año 2006, se ha centrado con programa de intervención temprana como ‘Headspace’. Se trata de centros que ofrecen servicios de salud mental, física -incluida la sexual-, servicios de atención ante el consumo de alcohol y otras drogas, y apoyo para el trabajo y el estudio mental para jóvenes de 12 a 25 años.
El objetivo de este programa, según la Fundación Nacional de Salud Mental Juvenil, es brindar a los jóvenes apoyo en un momento crucial de sus vidas, para ayudarlos a volver al buen camino y fortalecer su capacidad para controlar su salud mental en el futuro.
“Vimos que los jóvenes no se sentían demasiado a gusto en los centros de Atención Primaria, así que la red de centros que implantamos se parece más a cafeterías”, asegura Patrick McGorry , psiquiatra y precursor del programa. Un modelo que no podía ser antagonista o chocar con el sistema sanitario. “Ideamos un sistema que no colisionase con el de los médicos. Nuestros centros de juventud, en los que trabajan psiquiatras, psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales, aspiran a ser el lugar al que acuda el joven cuando nota que tiene algún problema”.
Un modelo que ha servido de inspiración para que otros países, como Francia, Países Bajos, Reino Unido o Irlanda, creen sus propias experiencias basadas en las prácticas preventivas y en el que España podría encontrar la solución en caso de implementarlo.
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