Las temperaturas más altas van desde la tercera semana de marzo hasta la primera de octubre, pero los meses más intensos son los de junio, julio y agosto, cuando debemos tener especial precaución con el calor. La recomendación fundamental esno exponerse a los rayos de sol de forma directa y prolongada, y emplear una protección de factor alto.
Para evitar una mayor sensación de calor es mejor vestir con prendas de tonos claros y utilizar gorras, sombreros, paraguas o sombrillas. Otra medida imprescindible es beber líquidos para evitar una deshidratación, y no hacer ejercicio físico al aire libre entre las 11 y las 16. La mejor opción es mantenerse en lugares frescos, dentro de locales climatizados, en espacios abiertos techados o con toldo o simplemente a la sombra de un árbol.
Durante esta temporada también se produce un aumento de las enfermedades gastrointestinales, principalmente por ingerir alimentos descompuestos o que han permanecido a la intemperie durante mucho tiempo. Los síntomas pueden ir desde fatiga y malestar general hasta náuseas, vómitos, fiebres y diarreas agudas. Para prevenirlas es importante lavarse las manos con agua y jabón antes de comer y después de ir al baño, así como lavar bien todas las frutas y verduras, y desinfectar los recipientes. Es fundamental consumir los alimentos muy cocidos o fritos, y prepararlos con agua hervida, embotellada o desinfectada. Si notara alguno de esos síntomas debe acudir inmediatamente al médico, pero nunca hay que automedicarse.
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