Una niña de 16 años consulta por un cuadro de varios meses de evolución de fatiga, pérdida de peso y disfagia. Refiere también presentar mala calidad del sueño, lo que la lleva a estar somnolienta durante eldía, bajando su rendimiento escolar. Al preguntarle a la familia, refieren que ha comenzado a roncar de forma muy notoria.
Al interrogarla por antecedentes médicos, la paciente refiere ser sana, a excepción de infecciones del tracto respiratorio superior recurrentes. No ha presentado hospitalizaciones ni cirugías previas.
Al examen físico destaca la presencia de respiración ruidosa con la boca abierta, halitosis y amígdalas aumentadas de volumen (Figura 1). No refiere historia de fiebre ni linfadenopatía.
La respuesta es amígdalas hipertróficas. Esta patología puede ser causada por faringitis recurrentes e inflamación local, especialmente en niños y adultos jóvenes. La inspección de la cavidad oral puede revelar hipertrofia de las amígdalas palatinas, que pueden llegar a tocarse en la línea media, o incluso superponerse. Dentro de las criptas, pueden encontrarse tonsilolitos alojados. Aunque la hipertrofia amigdalina puede ser asintomática, las amígdalas de tamaños muy aumentados pueden caer hacia la zona posterior y ocluir la orofaringe, especialmente cuando el paciente está en decúbito. La mayoría delos casos de apnea obstructiva del sueño en los niños están asociados con amígdalas hipertróficas.
La clínica sugerente de hipertrofia amigdalina incluye dificultad para alimentar a los niños pequeños, respiración bucal, respiración ruidosa, ronquidos sonoros, sueño poco reparador, hipersomnolencia, enuresis secundaria, terrores nocturnos, cambios conductuales y desempeño escolar pobre. Además, puede llevar a complicaciones respiratorias y/o cardíacas, como hipoventilación alveolar crónica, hipertensión pulmonar, cor pulmonale y falla cardíaca derecha.1 La hipertrofia tonsilar masiva puede requerir tonsilectomía (amigdalectomía), especialmente cuando se asocia a trastornos obstructivos del sueño que cause rendimiento disminuido en el día a día, disfagia, retraso o trastornos del desarrollo y cor pulmonale.2,3
En nuestro caso, la sintomatología de la paciente se resolvió dos semanas luego de la realización de una amigdalectomía.
Un absceso amigdalino es una complicación supurativa severa de la amigdalitis o de la faringitis. Generalmente se presenta con odinofagia intermitente, cambios en la voz (voz de papa caliente) y fiebre alta en un adulto joven.4 La mayoría de los casos son unilaterales con desplazamiento contralateral de la úvula. En pacientes con abscesos bilaterales, el examen físico evidencia edematización del paladar blando con una úvula central, pero desplazada anteriormente. Los causantes más comunes de esta patología son bacterias anaerobias y estreptococo grupo A. Puede llegar a requerir tratamiento quirúrgico y antibióticos por vía parenteral.
La mononucleosis infecciosa afecta generalmente a pacientes entre 15 a 30 años. La clínica usual incluye fiebre, odinofagia y compromiso del estado general. Al examen físico destaca una faringe eritematosa con exudados. Además, por lo general, los pacientes presentan linfadenopatías cervicales posteriores.4
Amigdalitis es una de las infecciones más comunes a las que se enfrentan los servicios de atención primaria. Los pacientes refieren odinofagia, fiebre aguda y disfagia. El examen físico revela presencia de edema faríngeo, eritema amigdalino con exudados y linfadenopatías cervicales anteriores. La causa más común de amigdalitis es viral, aunque alrededor del 5% al 30% de los casos se deben a estreptococo grupo A beta hemolítico. En este último caso, se requiere inicio de tratamiento antibiótico.4
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